viernes, 4 de julio de 2014

Escribiendo: La razón para escribir

¿Para qué o por qué escribir? Hace un tiempo leí Las Lágrimas de San Lorenzo. Una suerte de autobiografía de corte novela. El libro gira, evidentemente, en torno a la vida de su autor que ha viajado por toda Europa como profesor universitario. Lo que resalta de este libro es que él en un momento cuenta que perdió el interés en escribir porque era muy difícil publicar y relata que otra persona le dijo que le pasó lo mismo.


A ese momento no le siguió un “pero me di cuenta que no podía detener esta pasión por escribir y me enfrenté a las dificultades sin perder el ánimo”. De hecho la escritura no parecía ni de cerca lo más importante en la vida del autor, al menos así me pareció. Pero cuando leí la pequeña reseña bibliográfica en la contraportada del tomo descubrí que este ha publicado varios libros y ha sido premiado (¿quién los entiende?)

Como aprendiz de escritora ¿qué debo sacar de esto? En mi país hay muchísimas menos posibilidades de publicación que en el de ese autor. Claro, tengo plataformas como Amazon pero eso no me garantiza ser leía  (técnicamente hasta que alguien compre el libro sigo sin ser una autora publicada).

¿Debo dejar de escribir? ¿Deberíamos dejar de escribir todos aquellos que no somos publicados?

Yo no lo creo. Pero vamos más allá.

¿Debería un escritor de cuentos sencillos dejar de escribir por su "falta de profundidad"?, ¿una autora que se sienta cómoda escribiendo erotismo debería forzarse a sí misma a dejar ese tópico  y escribir sobre temas que le aburren pero que “la gente” considera importantes?

He de admitir que empecé a pensar en todo esto a base de leer 50 Sombras de Grey. Disfruté el libro pero me encontré que, así como al decir que te gusta Harry Potter o Los Juegos del Hambre, eres sutilmente menospreciado por ello.

Borges dijo que uno debería leer lo que quisiera, no lo que los profesores dijeran, tampoco lo que era famoso o reconocido, sino lo que nos provocara placer.

Sin embargo, siento que estamos en una situación donde no se puede ganar. Pareciera que se impone la opinión de que un libro no puede ser disfrutable y bueno a la vez, y que si un libro no es bueno no debería leerse.

Claro, eso es falso, primero porque es muy difícil definir un buen libro y segundo porque libros como los de Orwell (por dar un ejemplo) son entretenidos y además son considerados “buenos”.

Algunos lectores están dando la pelea por la libertad de leer lo que quieran sin que un pseudo intelectual los censure. Ves a estos luchadores concentrados en foros y fan pages de facebook. Suelen ser jóvenes y defienden los libros de su generación, y lo mejor: sin despreciar los clásicos o lo que leen otros (obviemos la guerra de fandoms, eso es otro tema).

En cambio los autores parecen tener miedo de alzar la voz. Que yo sepa ninguno de ellos se paró a decir “¡Pero déjala que escriba lo que le de la gana que ella no te está diciendo a ti qué escribir!”, en alguna de las cientos de ocasiones que S. Meyer (léase: La de Crepúsculo) ha sido atacada. Para eso no tiene que gustarte su libro, solo necesitas estar de acuerdo en la noción de que cada quien es libre para escribir lo que desee. Se trata de defender un principio más que a una persona.

Regresando al punto inicial: ¿para qué escribir? ¿Por ventas? ¿Para, exclusivamente, hacer reflexiones transcendentales?

Quisiera creer que así como Borges decía que había que leer lo que quisiéramos también deberíamos escribir porque nos hace felices. Entonces, así no importaría que no nos publicaran, que no fuéramos un éxito en ventas o que no impresionemos a todos los críticos allá afuera.